Competidoras

De una torre a otra se medían Dánae y Rapunzel. Una noche, la germana vio un resplandor dorado en la habitación de su contrincante. Al día siguiente, la griega portaba una sonrisa triunfal: la habían visitado primero. Rapunzel se ahogaba de humillación. Pero, nueve meses después, una enorme caja con apariencia de féretro fue arrojada al mar desde la otra torre, y su ventana no volvió a abrirse.

El príncipe nunca entendió por qué no le tiraron la trenza.

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