Ventajoso es el progreso

El interior del iglú es distinto esta noche: no ha logrado calentarse. Sus habitantes sustituyen los retozos con miradas. Sus ojos bajan brevemente por la propia nariz, recorren las lenguas unidas –adoloridas por los repetidos intentos por separarlas– y se juntan enredando sentimientos: ella, de furia; él, de terror.

–¡Ah, pedo quedíaz bezad como doz bdancoz!

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